25 Mayo 2018
Nuestro día hoy empieza a las 6.30 después de un pequeño desayuno con plátanos, te y ginseng. Queremos salir prontito para llegar lo antes posible a Santiago. Hoy es una jornada de mero trámite, de 20 km., pero necesaria e imprescindible...
Ayer por la tarde cayó la del pulpo, incluso con granizo. Hoy la previsión también es de lluvia, así que el chubasquero está bien a mano.
Vamos pasando por bosques magníficos. Todo muy verde, cómo en los últimos días. A los 5 km encontramos una pequeña iglesia y aprovechamos para sellar la credencial.
Llevamos buen ritmo y vamos pasando unos cuantos peregrinos. Es difícil poder hacer una foto sin que aparezca ninguno. Pequeños problemas de los últimos 100 km.
No son ni las nueve y media que llegamos al monte do gozo. Hay bastante niebla, así que apenas hacemos un par de fotos y continuamos nuestro camino, nos queda como una hora para llegar a la Catedral. Al poco aparecen los primeros carteles de llegada a Santiago y aprovechamos para hacernos fotos individuales y de grupo.
Los sentimientos empiezan a aflorar, aunque aún nos quedan un par de kilómetros.
Vamos siguiendo las indicaciones amarillas y al poco ya vislumbramos a lo lejos la Catedral.
Al final, a los diez y media, aparecemos por un lateral de la misma, mientras oímos un gaiteiro, poco antes de llegar a la plaza del Obradoiro. Alegría, abrazos, fotos... y nos quedamos estirados en el suelo un buen rato, descansando. Poco después de las once, decidimos ir a la Catedral, para oir la misa peregrina de las 12.00h. No nos dejan entrar la mochila, así que la dejamos en una consigna cercana.
La Catedral está abarrorada, ya no queda ningún asiento libre, ni siquiera en las columnas. Aún queda tiempo para que empiece la misa así que aprovechamos para visitarla.
Enciendo un par de cirios, como encargo especial, visitamos el sepulcro y luego nos ponemos en la cola del abrazo al apóstol. Es larga pero avanza rápidamente. Cuando llega mi turno, le doy mi abrazo y dos más, también por encargo especial. Luego ocupamos un sitio entre un banco y una columna. No recuerdo haber visto tanta gente en una iglesia, y tan diversa. Es una ceremonia especial. Los cantos van a cargo de una monja con una espectacular voz. Se podría decir que es música celestial. Inesperadamente, al final de la ceremonia, hemos podido ver el botafumeiro en acción, como culminación a nuestra mañana compostelana.
Al salir de misa nos acercamos a buscar nuestra compostela, pero la cola es de más de una hora y tenemos hambre. Decidimos ir al albergue para dejar la mochila e inmediatamente ir a comer. El restaurante que nos habían recomendado está lleno, así que miramos otros que hay en la misma calle, en la zona de franco.
Nos apuntamos a comernos una mariscada, como premio a nuestro esfuerzo de estos días, y evidentemente, regado con un buen ribeiro.
Ultreia.
Et suseia.