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Vivencias personales de un peregrino en el Camino de Santiago. Consiguiendo poco a poco los sellos en la credencial para conseguir la compostela en Santiago de Compostela.

Población de Campos-Calzadilla de la Cueza

Ayer fuí el primero en llegar al albergue y hoy soy el primero en salir. A las 6.15 ya estoy en camino. Creo que es la mejor hora. Ya se empieza a ver lo suficiente para caminar sin frontal, ganas una hora menos de calor, y no te pierdes ningún paisaje. Además, a veces ves amaneceres espectaculares.







Enseguida llego a Revenga de Campos y antes de una hora me planto en Villarmentero de Campos, el pueblo donde ha dormido Pablo. A la salida del pueblo hay una gran recta y a lo lejos, como a 200 metros, percibo un peregrino. No distingo si es él. Llevo mejor ritmo y poco a poco me voy acercando, sigo sin distinguir, solo percibo que lleva pantalones cortos, a pesar del frío matutino, pero no llego a percibir que lleve bastón, como Pablo. Con el tiempo, la distancia se acorta y ya tengo claro que es él. Le envío un whatsapp con sólo una palabra: gírate. No lo ve. Pasan 5 minutos, aún queda un poco lejos. Le insisto, ahora con dos palabras: coño, gírate. Ni caso. Le llamo y solo le digo que haga el favor de mirarse los whatsapps y que luego me llame. Veo que se para, se mira el móvil y por fin, se gira. Estoy a 20 metros.







Luis es joven, 23 años, pero ya es todo un “bussiness man” con mil historias que contar. Y un tipo divertido. Hoy me dice: “Joder, tengo un colega, me caguen sos, que el tío sellaba la compostelana en las farmacias de todos los pueblos, pués”. Medio kilómetro riendo.



Ex jugador de rugby, parecemos Asterix y Obelix. Por las noches debemos tomar la misma poción mágica. Desde los montes de Oca que a ninguno de los dos, juntos o en solitario, nos ha adelantado ningún peregrino.

Hacemos el camino juntos hasta Carrión de los Condes, 10 kilómetros compartiendo vivencias. Yo me quedo desayunando en el mesón y él prefiere aprovechar para comprar habituallamiento, sin parar, así le va mejor a su rodilla. Me llama cuando acaba de comprar y le digo que ya le pillaré, pero finalmente no lo consigo. Los siguientes 12 km los acabo haciendo en solitario, a un buen ritmo. La etapa de hoy la había calculado en 32 km, y mi reloj me dice que ya los he hecho, pero hace rato que no se ve ningún pueblo en el horizonte. Tan solo una especie de iglesia, sin más edificios alrededor.



Me preocupo un poco, porque mis piernas ya no están para hacer muchos kilómetros más, y quizás me equivoqué en los cálculos.



A los 500 metros, por fin, aparece de la nada Calzadilla de la Cueza, escondida en una pequeña depresión del terreno.



La pequeña iglesia es la del cementerio, a las afueras del pueblo.

Albergue municipal, ducha, lavado de ropa, descanso en la cama, blogueo, y en estas aparece Luis, el brasileiro del albergue de la primera noche.



Quedamos para comer y ponernos al día.

No hay camino hacia la felicidad. La felicidad es el camino

Población de Campos-Calzadilla de la Cueza
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