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Vivencias personales de un peregrino en el Camino de Santiago. Consiguiendo poco a poco los sellos en la credencial para conseguir la compostela en Santiago de Compostela.

Foncebadón-Ponferrada

Foncebadón-Ponferrada

Desayuno en el albergue, el primero, junto a un polaco, que vive cerca de Dansk. Es bombero jubilado y ha hecho todos los caminos, lleva 4000 km en las botas. Para sacarse un dinero extra busca ámbar y lo vende por internet. Me gusta poder decirle las cuatro palabras que sé en polaco. Me explica que esta vez ha empezado el camino en Sant Jaume d’Enveja y ha pasado por Montserrat. Le enseño mi credencial del peregrino, sellada por los “Amics del Camí de Sant Jaume del Camp de Tarragona”.


Es el primer polaco que me encuentro. Ahora sólo me falta encontrarme con un checo, para decirle también las otras cuatro palabras que sé en checo. Ambos idiomas se parecen, aunque hay quien se obstina en decirme que no, pero sólo por llevarme la contraria.

A las 6.30 ya estoy en marcha ya que quiero llegar al amanecer a la cruz de ferro. Por el camino adelanto a una chica con rasgos orientales. Le pregunto de donde es y me dice: “California”, con acento americano. Me dice que lleva la piedra desde su país, para dejarla en la cruz. Yo al final me la dejé en casa, así que cojo una del camino y la tiro hacia la cruz, mientras le doy la espalda, en plan Fontana di Trevi. Joanne, la californiana, no para de rebuscar entre todas sus bolsas para encontrar su piedra. No le aparece. Todo el mundo hace la foto a la cruz desde el mismo sitio, pero yo decido ir al otro lado, desde donde se ve la salida del sol. Son justo las siete. Se ha acumulado un poco de gente, así que empiezo la bajada.


Enseguida llego a Manjarín, donde hay un hospitalero templario.

A las 8 ya estoy en Molinaseca. El paisaje es muy bonito. Todo muy verde. Pero el camino se hace más duro. Subidas y bajadas en terreno pedregoso hacen que mi rodilla izquierda sufra un poco.

Llego al Acebo pasadas las 09.00h. Hay un cartel de “Bienvenidos al Bierzo”. Me entretengo haciendo fotos. Es un pueblo muy bonito. Decido tomar algo aquí y ponerme más ligero de ropa. Al final del pueblo hay un albergue, enorme, se ve muy nuevo y bonito. Hay carteles de hidroterapia. Está todo hecho y decorado con muy buen gusto y tiene una vistas magníficas. Sin duda, el mejor albergue del camino, de lejos. Voy a la zona del bar, me atiende una chica, Maria, que resulta ser de Reus. El dueño del complejo también es reusense. Hablamos un rato e intercambiamos el facebook. Le he explicado lo que me ha pasado en la cruz de ferro y quiere saber el final de la historia.



Maria me despide con un “bon camí” mientras entra un cliente. Nos comenta que ha escrito un libro, historia novelada: “El primer peregrino”, de Javier Tapia.

Riego de Ambrós, después de tres horas y medio de camino, también resulta ser un pueblo muy bonito. Allí coincido con Linda una paramédico alemana y compartimos charla hasta Molinaseca, donde también compartimos facebook. También quiere saber el final de la historia.



Hago una parada técnica de 10 minutos a la sombra de un árbol, tocando al río y al puente romano. Me tomo mi dosis de potasio, con forma de plátano.



Saliendo del pueblo ya es más de mediodía y el calor aprieta.

Llego a Campo a la una, y ya se vislumbra Ponferrada, pero aún se hará esperar. Una hora más hasta llegar al albergue. En total 27 km en siete horas. Hasta ahora, una de las etapas más duras para mí, pero también de las más bonitas.

Ultreia.

Et suseia.

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R
m.ha agradat molt. Gracies Ramon.<br /> Ross M
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R
Gràcies, Rosa. Me n’alegro molt.